Carreras de Galgos

Los lebreles a lo largo del tiempo

Todas las razas de galgos conocidas con excepción del 'irish wolfhound' y del 'deerhound' cuyos orígenes se pierden en la historia precristiana, proceden de los lebreles persas y egípcios, de los que se poseen pruebas que atestiguan antigüedades superiores a los siete mil años. Estos animales grandes, esbeltos, elésticos y sumamente rápidos, han sido el fruto de la selección y adaptación a unos ecosistemas muy especiales cuyas características comunes: las áreas desiertas y los enormes espacios abiertos, llanos sin vegetación espesa, han propiciado la obtención de perros rápidos y resistentes en la carrera, capaces de perseguir y acosar a las presas durante bastante tiempo, exhibiendo una mayor velocidad que los permitiera el agarre, acoso y captura de las piezas.

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Las características comunes se adaptan a la función más importante de estos perros que, consecuentemente tienen un cuerpo esbelto, de largas patas, cabeza fina y tórax estrecho, pero profundo que permite una inigualable capacidad pulmonar sin aumentar la superficie de rozamiento ofrecida por un tronco ancho.

La actividad venatoria, esencial para el hombre primitivo en las grandes llanuras semidesérticas, exigía unas técnicas de aproximación a los animales silvestres y de captura de los mismos muy específica, que necesitaban el concurso de los dos animales más importantes en la historia del desarrollo humano: perro y caballo, aunque a veces se apelara a las aves de cetrería, sobre todo halcón y águilas, ofreciendo un conjunto cinegético casi insuperable .


Competiciones en campo

La historia de las carreras de galgos en campo persiguiendo a su presa favorita, la liebre, se remonta a los tiempos del imperio romano, atribuyéndose a Flavio Arriano, en el siglo segundo de nuestra era, la recopilación de las normas elementales y confección de un rudimentario reglamento que permitia vertebrar el desarrollo de las competiciones en campo abierto.

Los campeonatos de galgos en campo, muy tradicionales en España, aumentan la belleza de la carrera de los perros con sus persecuciones, quiebros, regates, subida de repechos y cobro de la veloz liebre. Desgraciadamente, el desembolso económico que exige la celebración de las competiciones, asi como la escasez de zonas abiertas con caza en donde practicarlas y la carestía de la cría y entrenamiento de los perros han hecho peligrar la continuidad de este deporte.


El canódromo

La belleza plástica y el torrente de emociones que causaban las carreras de lebreles en pleno campo indujeron a la creación de recintos más o menos artificiales en los que se introducían liebres en un espacio cerrado, que pudiera ser observado por numerosos aficionados sin necesidad de montar a caballo para disfrutar del espectaculo. De ahí al canódromo, se suceden diferentes tentativas que cristalizan a partir de 1919 con las pistas ovaladas y la liebre mecánica o eléctrica, que arrastraba en su persecución los galgos más veloces de las perreras inscritas.

La distancia a recorrer, así como las características de las diversas pistas condicionan las razas más adecuadas. El grey-hound, el galgo español y el 'anglo español', mezcla de los dos anteriores, que no está oficialmente reconocido por la Federación Cinológica Internacional, se disputan el estrellato en las distintas especialidades de este bello deporte, que debiera recibir el apoyo oficial y popular que se merece.