¿Frivolidad estética o necesidad tuncional?
Muchas razas caninas deben ser sometidas a una intervención quirúrgica, que supone la amputación de una parte de la oreja, de forma que el resto presente una forma especial y armónica, que de hecho se establece en los estándares oficiales.
/+/+
En Gran Bretaña las asociaciones para la protección de animales y plantas han conseguido que los certámenes internacionales
admitan a concurso perros con las orejas sin tallar, y paralelamente que en Inglaterra esté absolutamente prohibido efectuar esta operación de cirugía estética en los pabellones auriculares externos de los canes.
El engorro, sufrimiento postoperatorio para los animalitos y aparente frivolidad de la operación puede cuestionar la oportunidad de la intervención. Es evidente que el aspecto de algunas razas es completamente distinto con las orejas talladas o dejadas naturales. La apariencia feroz del dobermann se torna en un aire melancó1ico de ‘perro de caza’ si no se efectúa el ‘corte de orejas’, proporcionando una impresión absolutamente falsa del carácter del perro, pero no es esto lo más grave. La costumbre de amputar las orejas nació como necesidad funcional imperativa en animales de guardería y defensa, así como en canes cazadores que podrían sufrir graves heridas en sus confrontaciones con animales salvajes o en peleas con otros congéneres para establecer la jerarquía de las laurias.
Todos los cánidos salvajes tienen orejas erectas y puntiagudas. La selección genética ha propiciado la obtención de centenares de razas caninas cuyas características morfológicas no siempre responden a óptimos de operatividad.
Las razas de defensa y guardería, por su temperamento belicoso, sufrían frecuentes heridas y amputaciones violentas de las orejas, producidas por mordiscos de sus congéneres.
Por otra parte, las afecciones auditivas se potencian en ejemplares con orejas caídas, que favorecen en el oído un ambiente cálido, húmedo y oscuro, propicio a la multiplicación de microorganismos patógenos causantes de infecciones.
Como conclusión podemos apuntar que la rectificación quirúrgica de las orejas en muchas razas se realiza rutinariamente por
exigencias estéticas tradicionales, no siempre frívolas, y más comúnmente basadas en ventajas operativas y sanitarias de formas zoológicas obtenidas ‘artificialmente’ por el hombre.
Edad óptima para la operación
Las razas cuyo estándar aconseje este tipo de intervención y supuesto que su propietario desee realizarlo, atraviesan por diferentes fases de crecimiento, en los primeros meses, que aconsejan un momento preciso para la operación. No puede generalizarse diciendo que los dobermann, por ejemplo, han de someterse al corte de orejas entre los dos y tres meses de vida o los schnauzer entre los tres y cuatro meses. Cada ejemplar en función de su crecimiento y sobre todo del desarrollo del tejido cartilaginoso del pabellón auricular, tiene un periodo óptimo en el que será operado.
Es esencial confiar esta auténtica operación estética a un veterinario cirujano especializado en la raza. No es igual un corte en gran-danés, que en bóxer o en mastín napolitano y un ahorro de una pequeña cantidad puede ‘desgraciar’ para toda la vida la correcta apariencia de nuestro perro. El mismo veterinario será quien determine la fecha adecuada para realizar la talla, por otra parte, indolora, de las orejas, que proporcionará al animalito una expresión totalmente distinta.