La cría del periquito
Merece la pena detallar las particularidades y pequeños trucos necesarios para obtener la reproducción de estos preciosos, populares y simpáticos loritos en miniatura cuyo complicado nombre científico (Melopsittacus undulatus) encubre el más conocido y familiar de ‘periquito’.
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A pesar de que se reproducen relativamente bien si disponen de cajitas anidaderas de madera en número suficiente en una amplia pajarera en la que pueden elegir sus propias parejas es mucho mejor y se obtienen más pajarillos aislando un casal en un jaulón de cría de 50 x 30 x 40 cm como dimensiones mínimas correspondiente a longitud, anchura y altura respectivamente en el que se sitúan dos nidos-caja exteriores, uno en cada lateral. Es conveniente utilizar jaulas de barrotes horizontales.
Deben elegirse ejemplares jóvenes, de ocho a diez meses de edad y preferiblemente la hembra será verde (forma originaria) o amarilla, muy indicadas para principiantes. El color del macho tiene menos importancia, pero hemos obtenido mejores resultados con machos verdes, azules o amarillos.
Estimulación a la reproducción
El aislamiento de la pareja (comprobar que se trata realmente de macho y hembra) con cajoncitos para anidar y una buena alimentación rica en verdura y semillas germinadas suele ser suficiente para estimular la procreación que si no ocurriera puede acelerarse situando durante una lluvia o tormenta la jaula de cría al exterior protegida del frío y el agua directa, ya que la ‘época de lluvias’ en Australia precede al apareamiento de sus antecesores salvajes.
La hembra apareada comienza a pasar muchos ratos en el interior de la caja anidadera, en la que depositará entre cuatro y ocho huevos blancos y redondeados poniendo un día sí y otro no hasta completar la nidada. A veces el macho la visita en el interior del nido para cebarla como si fuera un pequeñuelo, lo que no obsta para que la hembra salga algunos instantes para comer, beber e incluso bañarse.
La incubación dura dieciocho días, pero la diferencia de ‘edad’ entre el primero y el último de los huevos puede llega a ser tan grande que los polluelos tengan tamaños muy dispares. Si se quiere homogeneizar la nidada han de sustituirse los huevos durante la puesta por otros de piedra para volver a colocar los naturales una vez concluida la oviposición. De esta forma la incubación es homogénea y los polluelos nacen a la vez.
Los padres alimentan perfectamente a sus hijos, que abandonan el nido a las cuatro o cinco semanas de edad, pudiendo emanciparse y ser separados al cabo de otros diez días cuando ya comen solos.
Las cajas anidaderas tendrán, a ser posible, el fondo movible y optativamente la parte posterior de vidrio cubierto de fieltro negro para observar de vez en cuando el desarrollo de la incubación o la ceba. El tamaño óptimo de los nidos es de 20 x 12 x 12 cm, con un orificio circular de entrada de 4 cm de diámetro.
En el jaulón de cría debe disponerse un ‘hueso de jibia’ que los periquitos picotearán ávidamente.
Descanso de las parejas
Los periquitos crían indefinidamente, lo que les debilita e incluso puede provocar trastornos ‘de muda’; por esto retiraremos el nido de repuesto durante el mes de agosto en nuestras latitudes, dejándoles sin nidales hasta el siguiente mes de febrero e incluso separando los reproductores si fuera necesario, volviéndolos a reunir al cabo de cinco o seis meses.