RESPETO AL MEDIO AMBIENTE
La preocupación por el cuidado de esos seres vivos que se conocen como animales de compañía, mascotas o animales domésticos, no empleados para el aprovechamiento de su carne, de su piel o de otros productos que ellos producen o segregan, como la leche, los huevos, la seda, la miel, etc., supone un espíritu particular de amor a los animales, de estudio y dominio del propio medio natural, así como de observación e investigación de las denominadas ciencias naturales. Por otra parte, para los más jóvenes es un ejercicio de responsabilización hacia unos seres que dependen de sus cuidados para poder vivir y reproducirse y que aun con todas las atenciones necesarias son susceptibles de enfermar y perecer como todos los seres vivos.
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El alejamiento, a veces drástico, de la vida rural, del contacto con la naturaleza en las grandes ciudades propicias por el desarrollo tecnológico y la industrialización indiscriminada, han permitido la formación de comunidades urbanas, auténticas y deshumanizadas selvas de cemento, asfalto, metal y cristal cuyos habitantes humanos tienen necesidad de recobrar el paraíso perdido, reanudando, en cierto sentido, una vinculación silvestre mediante el contacto con plantas de interior y el mantenimiento de animales vivos en ambientes acondicionados lo más parecidos a lo que constituye el hábitat natural de las especies cuidadas o lo que cada persona considera una decoración salvaje. Cualquier actividad encaminada a la cría de animales debe ser considerada como una forma más o menos evidente del interés del cuidador por la conservación de la naturaleza.
No siempre se considera esta afición desde esa óptica absolutamente realista y muy frecuentemente desde ciertos sectores tendenciosos a veces, y casi siempre politizados, se atiza la opinión pública tildando a los amigos de los animales como neuróticos pacíficos o en el peor de los casos incluso como coleccionistas morbosos que contribuyen con sus aficiones a despoblar las áreas silvestres por el incentivo económico que ofrecen a los cazadores de animales vivos.
Sin embargo, es necesario insistir en la defensa de una actividad enriquecedora, didáctica y absolutamente acorde con las tendencias de la más pura ecología que favorece el estudio de las costumbres y la zoología, aportando soluciones a la recuperación de especies casi extintas y respetando las más raras que peligran en sus áreas de distribución originaria. Conocido es el caso del vulgar periquito Melopsittacus undulatus, que casi desaparecido de las planicies australianas fue reintroducido y recuperado con ejemplares procedentes de la cría artificial. El comercio y adquisición de especímenes considerados escasos esta absolutamente alejado del propósito del hombre sencillo, del estudiante o del verdadero amigo de los animales.
Cualquier rincón apto para nuestras aficiones
Los apartamentos de las ciudades modernas carecen, muchas veces, del espacio suficiente para albergar enormes y complicadas instalaciones capaces de alojar especies raras de gran tamaño o con necesidades muy específicas y difíciles de reproducir entre las cuatro paredes de una simple habitación.
Un insectario reducido o un modesto terrario pueden acompañar nuestra soledad y llenar ese ímpetu investigador que nos mueve a contemplar la evolución de la vida y a desvelar poco a poco los secretos naturales. Las posibilidades de poseer, cuidar y observar una naturaleza domesticada e introducida en nuestro entorno, son casi infinitas y siempre enriquecedoras.