Educacion Previa Del Cachorro

Acomodación al nuevo hogar

Generalmente el perro recién llegado a una casa es un cachorrillo de corta edad que, en la mayoría de los casos, ha sido separado de su madre y hermanos para insertarse en nuestro entorno. Su aspecto gracioso, desvalido, auténticamente encantador le convierte, erróneamente, en un juguete vivo, que es abrazado, manoseado y sobado sin tener en cuenta el trauma que puede sufrir el animalito.

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La forma correcta de proceder incluye caricias y mimos, no excesivos, con el perrito al que se alimentará nada más llegar,
ofreciéndole la ración pertinente. Inmediatamente después de que termine su comida, le llevaremos en brazos hasta el cajón, o el rincón del jardín, que se ha dispuesto para recoger sus deyecciones. Los cachorros suelen defecar después de comer, por lo que es importante comenzar su educación desde el instante en que entra en nuestro hogar.


Cada uno en su sitio

Previamente a la llegada del perro habremos elegido un rincón tranquilo y abrigado donde situar la cesta o cama del animal.

El pequeño pasa muchas horas durmiendo, pero los problemas suelen comenzar cuando nosotros queremos dormir y dejamos al animalito instalado en su cesta. Lo más frecuente es quel sólo y desorientado, nuestro joven amigo inicie un concierto de ladridos y gemidos lastimeros, que sólo ceden cuando nos ve aparecer. Este momento es decisivo, ya que si acompañamos al perrito, o lo que es peor, lo trasladamos a nuestro cuarto, nunca podremos hacerle comprender que debe ocupar su rincón en el zaguán o la cocina.

Un truco bastante útil consiste en traernos una toalla o trozo de paño impregnado con el olor materno que se acomodará en la cesta del pequeño, envolviendo un antiguo reloj despertador sin alarma que, con su 'tic-tac', recuerda al cachorro el latido del corazón materno, reforzado por el olor que prevalece en el trapo. Si esta argucia no basta para evitar 'el concierto de gemidos', no queda más remedio que hacer caso omiso de las llamadas. Pocos días suelen ser suficientes para habituar al animalito, que sabrá cuál es su sitio a la par que recibirá caricias y halagos cuando no sea excesivamente ruidoso.



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Evacuación de orina y excrementos

Es probablemente el punto crucial en cuanto a la aceptación del can en el círculo familiar y, por desgracia, muy pocas veces los propietarios actúan de forma coherente. Las viviendas con jardín son ideales para acostumbrar pronto al perrito, que hará sus necesidades en la tierra o el césped y, sólo ocasionalmente, dejará su desagradable rastro en la casa.

En un piso o apartamento urbano la cosa se complica, pero sólo exige un cierto sacrificio de los dueños. Por sistema se sacará el cachorro a la calle tras cada comida, de las tres o cuatro que debe consumir en sus primeros meses. Cuando ejecute la deposición en el alcorque de un árbol, se le premiará con mimos y palabras suaves halagando su conducta. Respecto al orín, es mucho más difícil prever las horas precisas, pero si se sale a la calle cada tres horas, incluso por la noche, es posible acostumbrar de prisa a nuestro amigo.

Sin embargo, es difícil antes de los tres meses de edad, llegar a hacer entender nuestros deseos al cachorro. Frotar el hocico en el orín, pegarle o gritarle sólo sirve para despistar y hacer de nuestro can un animal inestable, inseguro y temeroso. La paciencia, las salidas frecuentes o la inmovilización del neófito sobre el cajón sanitario cubierto de arena son las únicas medidas posibles para acelerar el primer eslabón de educación del perro.