La obligación y la devoción: Dichos tan comunes como ‘llevar una vida de perros’ o ‘pasar más hambre que el perro de un mendigo’ indican el poco aprecio e incluso la crueldad con que injustificadamente se ha tratado a una de las especies animales que más ha contribuido al progreso de la humanidad. La tradicional mansedumbre y bondad de estos seres casi autosuficientes en áreas primitivas, donde podían cazar para alimentarse, ha conducido a subvalorar su presencia e incluso su más que valiosa cooperación que poco a poco, con el desarrollo y el acceso a la cultura de mayores poblaciones humanas, se está colocando en el plano de respeto y de utilidad que auténticamente les corresponde. Tener un perro entraña una serie de obligaciones morales para el propio animalito, pero también de cara a la sociedad en la que vivimos, que no podemos olvidar. En primer lugar, nos comprometemos a no maltratar jamás al perro. Los golpes, castigos corporales o el hacerle pasar hambre y sed no modificarán una conducta considerada indeseable por su amo, bien, al contrario, contribuirán a modificar negativamente el carácter del ejemplar que puede volverse desequilibrado, receloso, agresivo o desobediente.
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Asimismo, nos responsabilizaremos de la buena salud del can, previniendo, mediante las vacunas y visitas veterinarias pertinentes, los riesgos de enfermedades epidémicas y las posibles parasitosis externas e internas con riesgo inmediato para los seres humanos. Una cartilla médica en la que el veterinario refleja las administraciones farmacológicas preventivas, así como la fecha en que fueron dispensadas y la fecha limite en que habrá de repetirse eventualmente el tratamiento es de suma utilidad y obligatoria en muchos paises para poder circular con nuestro perro, atravesando distintas fronteras. La limpieza e higiene del propio animal y de las casetas, cestos para dormir y otros implementos es otro de los puntos importantes desde una óptica puramente sanitaria.
Alimentación, profilaxis, respecto a las enfermedades, e higiene externa e interna de nuestro perro son capítulos afortunadamente asumidos por muchos de los amos responsables y cuidadosos, pero, sin embargo, frecuentemente olvidamos un factor de suma importancia para la convivencia con nuestros propios semejantes, con las personas que forman cotidiana o eventualmente parte de nuestro entorno social. La posesión de un animalito que nos hace compañía, nos defiende o nos ayuda a distraer largas horas de soledad conlleva en algunas ocasiones un olímpico desprecio hacia nuestros vecinos a los que pueden molestar los ladridos, la proximidad física del animalito que ‘sale de paseo’ sin su correspondiente bozal y su correa y, por supuesto, los desechos orgánicos que los canes mal habituados ‘reparten’ indiscriminadamente por las aceras de las calles o los paseos públicos de la cludad.
El adiestramiento básico de convivencia permite superar estas etapas con gran facilidad, pero la existencia de perros ‘poco limpios’ suele ser imputable a la desidia, a la despreocupación y al incivismo de sus propietarios. Pero si queremos cumplir todos los requisitos deseables que nos permitan disfrutar tranquilamente de la compañía de un perro, hemos de prevenir los riesgos de un virtual accidente provocado inadvertidamente por nuestro ladrador compañero. El seguro de responsabilidad civil o procesal, frente a unas indemnizaciones solicitadas por distintos daños causados por el can, queda cubierto por una póliza generalmente económica contratada con cualquier empresa de seguros especializada.