Adiestramiento Razas de Cobro

Precisión, belleza y rapidez

Tal vez sean los atributos más adecuados para sintetizar la labor de un buen perro de caza, especializado en la recuperación de las piezas y su entrega al dueño. Generalmente suelen combinarse en numerosas razas la aptitud para señalar el animalillo escondido, la muestra, con la tenacidad en la captura de la presa ya abatida, que especificamente se denomina cobro . Curly coated retriever, Flat coated retriever, Golden retriever y Labrador retriever son animales cobradores capaces de obtener piezas caí­das entre maleza densa, en el agua o en las condiciones más desfavorables. 


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De temperamento dulce, muy adiestrables y trabajadores, los Labrador retriever no sólo gozan la merecida fama de codearse entre los mejores animales capaces de conseguir entre la fronda y llevar a su propietario los frutos de una jornada cinegética, sino que han sabido convertirse en auxiliares valiosí­simos de los seres humanos para tareas muy especializadas como el salvamento o la guí­a de invidentes, perros lazarillo.

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Las etapas de la enseñanza

Las facultades innatas de estos canes requieren muy poco esfuerzo por parte del adiestrador. Sin haber sido enseñados los
ejemplares de este grupo reaccionarán en el campo tal como de ellos se espera. No obstante, la facilidad natural para el desempeño de un cometido permite cotas de especialización sorprendentes, fruto del trabajo cotidiano entre el cazador y su auxiliar.

Cuando los cachorros han sido separados de la madre, desde la edad de los dos meses, puede invitárseles a jugar con un señuelo forrado de plumas y otro construido con piel de liebre o conejo. Estas falsas piezas se atan con un largo cordel del que podemos ir tirando con movimientos bruscos, pero no muy fuertes, imitando los saltos y revoloteos de un animal silvestre certeramente herido por los disparos del cazador.

Los jóvenes perritos pronto se habitúan a considerar la persecución y alcance de la bola emplumada como un deporte gratificante y consustancial con sus propias inclinaciones. Un paso más adelantado que ya debe tratarse como fase inicial del entrenamiento serio, es el lanzamiento de un objeto adecuado, que el animalito a la carrera atrapará entre sus dientes y nos traerá alborozado. Sin embargo, para los retriever y otras razas de cobro, no debemos volver a lanzar el señuelo inmediatamente, sino recogerlo y guardarlo mientras con palabras cariñosas y halagos se gratifica al feliz perro. En otro lugar más o menos cercano se repite el juego, con otro señuelo distinto, siempre que sea posible, para estimular el instinto del dócil y simpático animalito.

Aunque hasta los trece o catorce meses de edad no podemos esperar que el perro de cobro comience su especialización ya desde los seis u ocho meses, será conveniente foguearle en las jornadas venatorias, a ser posible, acompañando a un colega veterano, de buen oficio y mayor experiencia.

Otra de las metas complementarias para estos canes consiste en el trasporte suave, pero firme, de las piezas hasta el lugar donde aguarda el cazador. La boca dura, que lleva a los canes a morder la pieza, incluso llegando a destrozarla, es un defecto muy grave, que puede haberse contraido al no iniciar la enseñanza con objetos inanimados o animales muertos. Las presas vivas tienden a moverse espasmódicamente, por lo que los perros, impidiendo que escapen, muerden y muerden hasta ematarlas.

Este defecto debe achacarse a un entrenamiento defectuoso y puede ser corregido a base de paciencia.