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Adiestramiento Concurso

ADIESTRAMIENTO CONCURSO

Adiestrar

2. tr. Amaestrar, domar a un animal.

Una educación especial

Todos los ejemplares caninos destinados desde su más tierna juventud a concurrir a certámenes caninos de belleza, deben recibir una preparación sumamente especí­fica, basada en la más estricta obediencia, e incluso orientada a la adopción de posturas nada cómodas, que favorezcan la pose de las caracterí­sticas más notables del animal, ocultando los eventuales defectos.

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Sin olvidar naturalmente el adiestramiento normal, que en las razas de ‘trabajo’ fuese necesario para coronar con éxito las eliminatorias pertinentes, hoy en dí­a desgraciadamente casi desaparecidas, hemos de recalcar la paciencia, dedicación, e incluso la negativa deformación del carácter de muchos animales, que son imprescindibles para entrar en el cí­rculo de los campeones.

Las exposiciones cinológicas of iciales, en las que se otorgan premios a los ejemplares más destacados de cada raza, constituyen un mundillo apasionante, diferente y bastante ‘cerrado’ en el que fundamentalmente, deben ‘jugar’ los criadores profesionales. Con inusitada reiteración se produce el hecho de que los mejores ejemplares, si son propiedad de simples aficionados, no obtienen el campeonato, cediéndolo a favor de otros preparados por auténticos profesionales.

Es importante citar el hecho y explicar las causas nada oscuras que lo motivan. Pura y simplemente estos canes, teóricamente más bellos perfectos y equilibrados de carácter, no ‘saben comportarse’ como las rutilantes y orgullosas estrellas de su raza.

Ejercicios de ring

La preparación ha de incluir la obediencia del cachorro a la traí­lla, olvidándose por entero de sus congéneres, que a veces se agolpan junto a él en espera de las órdenes de los jueces.

Esta indiferencia con el resto de los perros es la parte más difí­cil en estas lecciones, que muchos animales no pueden llegar a superar.

Las clases deben iniciarse entre diferentes animales, que preferiblemente deben cambiarse para que no se familiaricen con sus competidores.

Conseguida la indiferencia, ha de pasarse al capí­tulo de la pose, que debe adoptar el eventual campeón nada más entrar en el ring o superficie de exhibición.

La perfección en la inmovilidad y sucesión de actitudes ‘interesantes’ marca de inmediato una diferencia a su favor, ya que los jueces no suelen apartar la vista de los apolos caninos.

La carrera armónica, con el paso adecuado en cada raza, sujetos por la traí­lla del paseador o adiestrador, es otra de las pruebas de fuego capaz de descalificar magní­ficos animales poco habituados a estas exhibiciones.

Para este ejercicio se requiere una práctica repetida del mismo en condiciones similares a las del acontecimiento, es decir, con otros perros, a veces menos educados e incluso agresivos.

Los animales muy fogosos o temperamentales deben ser ‘desfogados’ antes del concurso con carreras y ejercicios moderados que ‘ahormen’ sin agotar al ejemplar.

Superadas estas difí­ciles, aunque parezcan sencillas metas, habrá de completarse el adiestramiento de las futuras estrellas con la docilidad ante el posible examen de su dentadura o anatomí­a por parte de algún miembro del jurado.

En algunas razas agresivas supone un éxito que a una voz del adiestrador los animales permitan impasibles el manoseo y apertura de las fauces por un extraño, aunque de él dependa el ansiado tí­tulo.