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Farmacopea Del Acuario

Pequeños ecosistemas artificiales

La aventura de la acuariofilia, bien como simple ornamentación natural y relajante o como experiencia biológica que nos permite la observación directa de curiosidades de comportamiento y reproducción, tiene un componente de incertidumbre que corresponde al propio desarrollo de los procesos de vida. Un acuario de buen tamaño, correctamente dotado e impecablemente equilibrado respecto a las condiciones fisicoquímicas del agua, que se va poblando sucesiva y ordenadamente con plantas, peces ‘testigo’ y, por fin, las especies previstas, puede empobrecerse inopinadamente con las consecuencias de muertes de peces y marchitamiento de los vegetales. De análoga forma podemos, un buen día, observar que uno o varios peces tienen colorido diferente, más pálido, presentan pústulas o erosiones en las aletas y nadan de forma extraña; en una palabra: están enfermos.

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Medicamentos y material imprescindible

El armario o reducido botiquín que debe formar parte del equipo de los aficionados supone el mantenimiento de ciertos implementos, pequeño material y determinados productos químicos integrantes de un limitado arsenal farmacéutico.

La lista de material se abre con un recipiente paralelepipédico, de vidrio soplado, de una sola pieza, que tenga una capacidad de dos o tres litros. Dos raquetas con red para captura de peces, de tamaño acorde a las especies que tengamos y de mallas de diferente calibre: una normal y otra ‘tupida’, pero no en exceso. Cuentagotas graduados de vidrio, varillas de vidrio macizo y unas pipetas graduadas junto con termómetros sumergibles, recipientes de vidrio con tapones herméticos, jeringuillas graduadas y tubo de goma de 1 a 1,5 cm de diámetro interior y longitud suficiente para permitir el sifonado cómodo de nuestros recipientes. Por supuesto, es más que útil disponer de un pequeño acuario dispuesto con el fondo de arena silicea cubierto por una capa de bolas de vidrio plantado con vegetales comunes: elodeas y ceratopteris, pero libre de peces, que pueda ser empleado como habitáculo de cuarentena o recuperación.

En cuanto a los productos quimicos siempre clasificados e identificados, tendremos un ‘stock’ de acondicionamiento y otro de desinfectantes o curativos, funciones que a veces, cumplen los mismos productos. Sal gorda de cocina, sal marina, turba rubia estéril, carbón activo, lana de vidrio, azul de metileno, mercurocromo y agua oxigenada, han de complementarse con ‘medicamentos específicos’ para acuariofilia, que deben ir avalados por una firma solvente en el mundillo de los peces de acuario. Antialgas, molusquicidas, eliminadores de cloro, abonos liquidos para plantas sumergidas y acondicionadores diversos, pueden ayudar positivamente a los aficionados, pero siempre hemos de adquirir productos de garantia con el respaldo de las marcas acreditadas.


Manejo y almacenamiento

Los cuentagotas, jeringuillas, pipetas o frasquitos usados para preparar una solución ‘curativa’ siempre a las dosis correctas, han de ser cuidadosamente lavados antes de guardarlos para otra eventual ocasión.

Los productos llevarán el nombre, la concentración o cantidad de producto activo por unidad de volumen, así como la fecha de caducidad y estarán siempre fuera del alcance de los niños. El manejo de las dosis de cada producto ha de ser meticuloso, pues un exceso puede actuar como veneno. La toxicidad es función de la dosis.