CRíA DE CICLIDOS EN GRUTAS O DEPRESIONES
Cría de cíclidos en grutas o depresiones
Los cíclidos son una de las familias más curiosas y que junto con los carácidos, ciprinidos y ciprinodóntidos, forman el mayor número de especies que han proporcionado y siguen proporcionando a los acuarófilos. Desde hace relativamente pocos años los cíclidos africanos, antaño conocidos casi exclusivamente por algunas especies del género tilapia, se ven continuamente enriquecidos con nuevas formas, procedentes de lagos como el Niassa y otros cursos remansados o lagunetas permanentes de Malawi y otros países adyacentes. Los peces más representativos del acuario tropical, los ‘veleros’ o ‘escalares’, encabezan una larga lista de especies sudamericanas, que tradicionalmente han sido mantenidas en cautividad.
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La reproducción ofrece, en una familia tan amplia como ésta, una multiplicidad de variantes y particularidades específicas, pero generalmente son peces que forman parejas duraderas, al menos hasta que sus alevines se emancipan y dispersan, que defienden un territorio, del que expulsan a cualquier otro pececillo, incluso de su misma especie. La hembra deposita los huevos, que son inmediatamente fecundados por su compañero y guardados en lugares muy diversos, desde una cavidad o un hoyo previamente preparado por los progenitores, hasta la cavidad bucofaríngea de uno de ellos, pasando por la superficie de una planta sumergida o de una roca.
Muchas son las especies que preparan un hueco en el fondo, barriendo con su vientre y aletas inferiores la arena, hasta formar una especie de embudo.
Formación de las parejas en cautividad
En la naturaleza los emparejamientos se producen entre los individuos de un grupo, de forma que el macho que antes se desarrolla y adquiere los instintos reproductores se aparea con la hembra igualmente más madura y dispuesta a iniciar la freza. Si el ‘entendimiento’ es mutuo, la pareja se separa del grupo de jóvenes o acosa a sus hermanos hasta dejarles fuera del territorio elegido para consumar sus amores.
En cautividad se procederá copiando lo mejor posible las costumbres naturales, para lo que se crían varios ejemplares jóvenes de la misma especie, preferiblemente más de 15, observando a partir de un tamaño determinado de los peces la formación de un casal, que se separa del resto y protege una zona o rincón del tanque. Cuidadosamente y procurando no equivocarnos, separaremos el par recién unido, dejándole solo en un acuario de cría para que consumen la perpetuación de la especie.
Las grutas naturales o artificiales
Si la especie que deseamos criar pertenece a este grupo, que gusta de rincones para efectuar la puesta y cuidar la prole, el recipiente destinado a la reproducción deberá tener rocas horadadas, un espeso fondo arenoso e incluso macetas desinfectadas colocadas ‘acostadas’ sobre el suelo del tanque, donde los peces encuentran el nido adecuado. Algunos aficionados utilizan como ‘cuevas’ cáscaras de coco hervidas y ‘peladas’, aserradas por la mitad y colocadas ‘boca abajo’. Estos nidos, baratos, cómodos y de fácil instalación, permiten que sobre ellos crezca el ‘musgo de Java’, ofreciendo además un precioso efecto decorativo. El Pelmatochromis kribensis acepta gustoso estos refugios y tras el nacimiento de sus hijos los padres se turnarán en el cuidado de los alevines, que nadan agrupados alrededor del padre o de la madre según las circustancias.