Manejo de peces
Alteraciones de los peces de acuario
Como todos los seres vivos, los peces no habrían de constituir excepción, en la biología de las especies animales que conservamos, mantenemos y reproducimos en nuestra propia casa se producen depresiones fisiológicas, parasitosis y enfermedades de variado origen y, generalmente, drásticas consecuencias. Hemos de tener en cuenta que el agua es para los peces soporte vital, medio ambiente y compuesto del que, en muchas ocasiones, extraen los gases y el oxígeno disuelto necesario para la respiración.
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El medio cerrado y relativamente reducido del acuario propicia de forma increíble el contagio rapidísimo de todo tipo de epidemias bacterianas, virales y parasitarias, a casi todos los pobladores capaces de sufrirlas. Por otra parte incluso entre cardúmenes de especie pacíficas, los peces sanos hostigan, muerden e infligen heridas que solas o acumuladas a la postración del animalito, pueden acelerar su muerte. Son frecuentes y conocidas enfermedades y anomalías de curación relativamente sencilla, pero que se rinden mortales en el tanque común.
El tanque enfermería
Todos los aficionados a la acuaricultura deben disponer un pequeño recipiente, de capacidad acorde al tamaño máximo de los peces que mantienen o reproducen, perfectamente limpio y desinfectado, a ser posible, de vidrio de una sola pieza o en su defecto de vidrio sin armadura, unido con silicona. Generalmente es suficiente con recipientes de 8 a 20 litros de capacidad sin arena, con fondo de bolas de vidrio, piedras de río redondeadas, o incluso sin ningún material como suelo y que debe tener agua extraida del recipiente general filtrada por medio de un filtro exterior ‘de petaca’ con iluminación muy suave y dotado con manojos de elodeas perfectamente desinfectadas y lavadas o bien procedentes el acuario general. La temperatura del agua estará siempre por encima de la correspondiente al tanque general en uno o dos grados.
Manejo de los peces enfermos
Desde el momento que observamos alguna anomalía en cualquiera de los bulliciosos pobladores del acuario, tendremos que seguir minuciosamente el comportamiento del ejemplar para proceder a su aislamiento en cuanto dispongamos de una sospecha fundada de enfermedad. Con una red especial, que tras su uso se desinfecta con agua oxigenada, solución de azul de metileno o permanganato potásico, se captura el pececillo deprimido, procurando efectuar ‘la pesca’ de una manera suave, arrinconando al enfermo contra uno de los vidrios y extrayéndole suavemente. De manera también suave, se le libera en el ‘acuario enfermería’ iluminado muy suavemente con luz violado-rojiza, para lo que puede emplearse un ‘grolux’ muy usado y con agua de composición similar a la abandonada. Los eventuales ‘tratamientos curativos’ con baños de corta duración, se realizarán en bocales o frascos de vidrio bien lavados y mejor aún, previamente hervidos. Cuando sea necesario ‘tratar’ toda el agua, suspenderemos el funcionamiento del filtro para impedir que los fármacos y productos químicos usados como ‘medicinas’ pierdan su efectividad al ser ‘filtrados’. Es recomendable mantener este tanque-hospital, en un rincón que no reciba directamente los rayos solares. Si se produce la curación y regeneración de las aletas y el epitelio externo, puede reintroducirse el ejemplar en el acuario común, pero protegido por una bolsa plástica y aclimatándole durante cuatro o cinco horas, como si de un nuevo huésped se tratase.