Finalidad de la colección
El afán de conservar de forma ordenada determinados conjuntos, en este caso animales, puede obedecer a motivos científicos, ornamentales o puramente lúdicos, que cumplen en muchas ocasiones finalidades prácticas secundarias. Muchos aficionados a la acuariofilia o a la ornitología, que se esfuerzan en mantener y reproducir especies exóticas de peces o de aves, son consumados estudiosos del mundo de los insectos e impenitentes coleccionistas, que intentan reproducir y mu!tiplicar moscas, escarabajos y mariposas, con el fin de procurarse una alimentación adecuada y variada que enriquezca la dieta de sus auténticos pupilos. Este tipo de colecciones ‘vivas’, sumamente instructivas, muy asequibles para todos los bolsillos, pueden ser también la ‘primera piedra’ para la observación biológica y un instrumento didáctico fundamental, que no necesita, en principio, instalaciones complicadas para su funcionamiento. Un simple bocal de vidrio puede ser un insectario en el que observemos el desarrollo completo y los diferentes estados correspondientes a metamorfosis complicadas, como las que ostenta la pequeña mosca del vinagre, Drosophila melanogaster.
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Más espectacular resulta el mantenimiento de los insectos anfibios, cuyas larvas viven en el interior de charcas o lagunas, y de los que emergen adultos voladores tan bellos y originales como las libélulas o ‘caballitos del diablo’. Un pequeño acuario con un jaulón aéreo de malla mosquitera, montado sobre un simple bastidor puede ofrecer albergue a tan originales huéspedes.
Una modesta caja vacía de cartón, de las utilizadas para embalar el calzado, será quizá el escenario de una de las obras más asombrosas del repertorio de la naturaleza, la cría de los ‘gusanos de seda’ , que año tras año provoca un entusiasmo indudable entre chicos y grandes para recoger hojas de morera y conseguir esas mariposas gruesas de color blanco que emergen de un bello capullo sedoso y depositan sus huevos, semilla, asegurando la perpetuación de la especie.
Otra faceta totalmente distinta de esta actividad es la conservación de insectos muertos, con objeto de investigación sistemática o zoológica, o por la mera función estética y ornamental que los ‘cuadros de mariposas’, por ejemplo, están ocupando en la moderna decoración.
Sin embargo, la enorme diversidad morfológica, así como la magnitud numérica del grupo de los insectos, obliga a sistematizar la forma de la colección. La conservación y preparación de los especímenes; la captura o cría de los mismos es muy diferente en cada caso, pero en la práctica totalidad de supuestos se ha elegido la opción de criar en cautividad los insectos, para de esa forma poder obtener adultos, imagos o más comúnmente ejemplares que estén perfectamente desarrollados y que no tengan ningún deterioro causado por la vida en la naturaleza.
Los lepidópteros o mariposas, tanto diurnas como nocturnas, con las delicadas escamillas que recubren sus alas, son tal vez los ejemplos más claros de las ventajas que para el coleccionista de especímenes muertos supone la cría de los mismos. De esta forma se obtienen mariposas perfectas, con todo su colorido y sin ‘mordeduras’, pero además hay que resaltar las ventajas ecológicas que se derivan del mantenimiento artificial de especies, muchas veces escasas, que no son rapiñadas de la naturaleza, permitiendo si acaso un fortalecimiento de las poblaciones naturales por las sueltas de todos los insectos ‘sobrantes’.