Comida viva inmóvil
Prácticamente casi todas las aves que se mantienen en cautividad por su canto, su colorido o por sus extrañas costumbres, e incluso aquéllas que el hombre cría para proveerse de su carne, pueden consumir insectos.
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Faisanes, codornices, palomas, plocéidos exóticos, estrildidos e incluso cotorras, cacatuas y loros tienen una alimentación granívora-frugívora, que de forma absolutamente natural complementan con presas vivas, generalmente insectos, durante las épocas en que las necesidades proteínicas crecen desmesuradamente. Esta etapa coincide con la incubación, pero sobre todo con la ceba de los pequeñuelos. Todos los polluelos de aves deben crecer lo antes posible como axioma biológico primordial, ya que en las especies nidícolas nacen ciegos y desnudos pudiendo estar algo más protegidos de los ataques de sus depredadores naturales únicamente cuando sean capaces de volar. Las especies
nidífugas, como gallinas, faisanes, perdices, anátidas etc. necesitan también un rápido crecimiento durante la primera etapa de su vida aunque puedan corretear y dispersarse o nadar, a diferencia de las anteriores descritas. Tanto en jaulas, habitaciones-pajarera o aviarios exteriores resulta difícil y complicado ofrecer insectos a nuestros pájaros. Si las presas ofrecidas son adultos capaces de volar, casi todos los víveres se escaparán entre la malla o las rejas. Si se ofrecen larvas eruciformes, comúnmente llamados ‘gusanitos’, correspondientes a las primeras etapas de desarrollo de insectos, con ‘ metamorfosis complicada’, es posible que su movilidad induzca a un rechazo del alimento por parte de las aves, y lo que es peor, podrán refugiarse entre la arena, los intersticios de las perchas y otros escondrijos, llegando incluso a evolucionar convirtiéndose en adultos y colonizando la casa o la jaula exterior. Los dípteros musciformes, moscas, tienen una parte de su desarrollo llamada ‘fase pupal’, inmediatamente anterior a la de adulto o insecto perfecto, durante la cual tienen forma de pequeños cubiletes subesféricos, de tegumentos exteriores endurecidos y carentes de actividad motriz. El color varía del pardo dorado al marrón muy oscuro, teniendo frecuentemente el aspecto de pequeñas semillas de plantas gramíneas. Este alimento es inmóvil, de fácil manejo y puede incluso ‘tostarse’ para evitar un eventual avivamiento y eclosión de los adultos.
Manejo y riqueza nutritiva
Es sumamente sencillo criar las cantidades necesarias de ‘moscas de la fruta’ y ‘moscas del vinagre’ para abastecer los suplementos proteínicos requeridos por nuestros pájaros.
El período pupal varía según las especies consideradas, pero si se trata de ‘Cerabtis capitata’, su duración no será casi nunca inferior a siete días. La posibilidad de tener comida viva, fresca e inmóvil una semana supone una ventaja enorme para los aficionados que disponen de amplios jaulones exteriores o habitaciones pajareras, cuya limpieza y acondicionamiento efectúan los fines de semana. Mezclas de bizcocho con yema de huevo y requesón dificilmente se mantienen ‘frescas’, exentas de fermentaciones más de ocho-diez horas durante la primavera y menos de cuatro horas en pleno verano.
Las pupas de dípteros ‘muertas’, previamente congeladas o asfixiadas por calor, tienen una conservación que puede llegar fácilmente a los dos días.
Contienen proteínas, grasas e hidratos de carbono, predominando los lípidos, por lo que no deben administrarse excesivamente fuera de la etapa de cría.