El acoso de grandes piezas
El origen doméstico del perro como especie debió iniciarse en tiempos prehistóricos al aprovechar los restos de las grandes cacerías que los hombres primitivos realizaban para aprovisionarse de los animales salvajes necesarios para su sustento.
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Los primeros contactos hombre-perro nacieron, pues, bajo el común denominador de la práctica cinegética, y el inteligente animal aprendió a colaborar con sus amos en la tarea para la que genéticamente estaba pertectamente dotado.
La jauría, grupo de perros que se asocian de forma esporádica o habitual con el fin de acosar a los grandes animales silvestres suele trabajar rodeando, persiguiendo y conduciendo las piezas hacia lugares en los que los hombres puedan abatirlas fácilmente. También son capaces de seguir los rastros de animales heridos que se internan en la fronda del bosque o del monte, pudiendo incluso abatirlos por sí mismos o indicando con sus ladridos el lugar exacto adonde deberán acudir los cazadores para rematar o cobrar la res o la fiera.
Las razas especializadas en el rastreo reciben el nombre global de «perros de sangre» por su extraordinario olfato y enorme resistencia. que les faculta para perseguir a los animales salvajes de gran tamaño estén éstos heridos o no, y ponerlos al alcance del hombre armado. Desde los perros nórdicos cazadores de fieras, como el ‘perro de osos de Carelia’, hasta los populares sabuesos, numerosas razas pueden ostentar la calificación de auxiliares de la caza mayor.
Jaurías de caza mayor
Desde los preciosos grupos de Fox hound, que hoy constituyen una auténtico lujo, hasta las rehalas de anglofranceses, grifones o sabuesos, el arte del cuidado y adiestramiento de estos perros supone una dedicación y unos gastos que pocas personas pueden afrontar. Por otra parte, la disminución de las grandes partidas cinegéticas y la dureza de la tarea está limitando la existencia de tan bellas estampas. También existe otro condicionamiento implícito en la peligrosidad del trabajo de los perros de rastro, debido a las heridas e incluso a las bajas que las fieras acosadas pueden causar entre sus caninos perseguidores de pura raza y consiguiente elevado precio.
Tal vez en el curso de pocos años estas jaurías numerosas de perros uniformes, de magnífica lámina y ladridos entreconados, no sean más que el recuerdo nostálgico de algunos privilegiados o, en otros casos, el documento amarillento que se encuentra entre los libros del abuelo.
Monterias y perros mestizos
La montería es una especialidad de caza que se practica solamente en España y algunos puntos de Portugal, perteneciendo a la tradición más pura y arraigada de la caza mayor.
Es una auténtica fiesta de hombres, perros y naturaleza que todavía se practica en la Península Ibérica, debido, en parte, a las particulares condiciones topográficas del entorno y la gran abundancia de posibles piezas: ciervos, gamos y jabalíes fundamentalmente .
Los perros de pura raza suelen tener elevado precio y sus características no siempre conjugan aquellas virtudes que los propietarios de rehalas o los podenqueros persiguen en sus ejemplares.
Estos auxiliares necesitan resistencia a las extenuantes galopadas, genio y valentía para enfrentarse con peligrosos animales, como un jabalí herido, frugalidad en la comida y bebida, buen olfato, etc.