Parasitosis externas más frecuentes
Cuando se mantienen aves cautivas o se capturan pájaros vivos con fines de anillamiento o para su adaptación a jaulas y pajareras, la principal preocupación del aficionado es el estado del buche, que debe estar repleto de alimento y la perfecta conservación de las plumas. Muy raramente se examinan muestras de plumón, escamas o partes córneas de la base del pico. Con la ayuda de una lupa potente o, mejor aún, de un buen binocular, nuestra sorpresa podría resultar mayúscula al observar una singular e intranquilizadora fauna de artrópodos que pulula entre las plumas o la piel de los pajarillos.
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Piojillos del orden Malófaga, pertenecientes a la clase de los insectos, así como ácaros del gran grupo de los Arácnidos, pueden considerarse entre los parásitos más frecuentes que colonizan las partes externas del cuerpo de las aves. Algunos dípteros especializados de aspecto repulsivo y gran tamaño atacan ocasionalmente a pájaros silvestres y, más raramente, a especies enjauladas. Los cucos, viudas y otras aves que efectúan la puesta en nidos ajenos son ejemplos de otro tipo de parasitismo completamente distinto.
Entre las plumas o la piel de cualquier avecilla podemos encontrar distintas especies de piojos e incluso de ácaros especializadas por regiones anatómicas que pueden originar molestias importantes o enfermedades al animalito.
Transmisión de estos parásitos
El paso de los diminutos invasores de aves ya afectadas hasta los ejemplares sanos puede producirse por diferentes vías, desde la más directa, ya desde la eclosión del huevo, por las cálidas plumas maternales, hasta la casi increible contaminación indirecta a través de portadores inocentes, como moscas abejas o mariposas, que entre la pilosidad de sus patas pueden llevar los molestos huéspedes de las aves libres hasta los ejemplares enjaulados y perfectamente limpios.
Los implementos de las jaulas: perchas, posaderos, comederos y fondos pueden ser también agentes vectores que cooperen a la dispersión de ácaros y malófagos.
La presencia de estos diminutos artrópodos sobre nuestras aves cautivas se manifiesta generalmente por un ahuecamiento anormal del plumaje, que se acompaña por la desazón continua de los ejemplares que no cesan de ‘despulgarse’ con el pico, intentando capturar a sus escurridizos torturadores. Muchos pájaros proceden a ciertas operaciones higiénico-cosméticas a fin de librarse de los parásitos: baño, baño de arena y ‘hormigado’ son los más conocidos, pero en cautividad habremos de proceder a la distribución de productos específicos sobre el cuerpo de las aves.
Los insecticidas en forma de aerosol, con los que se rocian los ejemplares afectados según las especificaciones de cada producto, han de acompañarse con enérgicas limpiezas de las jaulas, perchas y toda clase de adminículos, que serán escaldados con agua hirviendo.
Los ácaros, especialmente aquellos que se refugian en la cera del pico o entre las comisuras del mismo y pueden producir una especie de ‘sarna ornítica’, deben ser eliminados con acaricidas específicos que resulten inocuos para los pajarillos.
No es extraño que aves perfectamente sanas y limpias, alojadas en jaulas de aluminio previamente esterilizadas, puedan llegar a estar invadidas por parásitos microscópicos debido a los fenómenos de dispersión tan diversos aprovechados por ácaros y piojillos.