Especies frecuentes en cautividad
En el grupo de serpientes que viven en medios rocosos o arenosos e incluso en zonas de bosque se incluyen desde pequeños bóidos hasta los ponzoñosos vipéridos, pasando por los más numerosos y corrientes colúbridos. Pequeñas boas de arena, que no sobrepasan 1 m de longitud, y casi todas las culebras verdaderas son huespedes excepcionales de los terrarios ‘secos’ que
constituyen recipientes sencillos de manejo e instalación.
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Desde las ‘falsas corales’ y ‘serpientes rey’, del género Lampropeltis, hasta la culebra de herradura, la serpiente comedora de huevos, la culebra bastarda o la de Esculapio, podemos elegir entre un gran número de ejemplares que vivan perfectamente en el terrario preparado al efecto.
Dimensiones y disposición de los recipientes
Dependiendo del tamaño maximo previsible de los huéspedes que deseamos mantener, así como de las costumbres particulares de los mismos, será preciso habilitar vivarios de 1 a 2 m de longitud, con acceso fácil por los laterales, e incluso por la cara vista, que puede abatirse gracias a una charnela longitudinal ubicada en la arista inferior. El mantenimiento de la temperatura se consigue mediante una serie de lámparas de infrarrojos, situadas en el interior del terrario, que además irán conectadas a los correspondientes termostatos.
Estas lámparas se ubican preferentemente a ambos laterales, dos en cada uno, ocultas de la cara frontal por dos trozos de corcho, que las esconden a la vista del observador. Determinadas especies muy concretas pueden requerir sistemas calefactores de fondo con placas termorreguladas de pequeña potencia, distribuidas bajo la capa arenosa del suelo.
La orientación del serpentario es absolutamente indiferente y dependerá, sobre todo, de la decoración de la sala donde se instale. Además de las lámparas caloríficas hemos de disponer una rampa luminosa completa, a la que puede añadirse un tubo de luz ultravioleta de escasa potencia, que tenga un interruptor independiente.
Decoración interior
El suelo puede alternarse con un fondo de mantillo, viruta de corcho y arena, complementado con otra parte de arena fina estéril. Sobre esta capa se colocan rocas y piedras trabadas entre si, con cemento o pegamentos especiales, que impidan la caida de alguna piedra o los movimientos entre la masa pétrea muy perjudiciales, pues podrían aplastar a las serpientes alojadas en el terrario.
Estas zonas se preparan preferiblemente en la cara opuesta a la superficie ‘vista’ y en los rincones posteriores. Troncos, maderas retorcidas o cepas viejas ‘curadas’ ocuparán la parte central o del fondo y nunca serán tan numerosos que puedan ocultar en su profusión la contemplación de las serpientes.
Un recipiente bajo, plato de arcilla o bandeja plana, lleno de agua, es suficiente para que ciertos ejemplares puedan beber o
eventualmente bañarse, y será renovado periódicamente con el fin de mantener limpio el líquido. Por último, conviene recordar
que algunas culebras de dientes opistoglifos, como la ‘bastarda’, que no se consideran peligrosas para el hombre, son capaces de
morder e inocular veneno cuando se las maneja indebida o imprudentemente. Conocemos el caso de un joven que introdujo su
mano en las fauces de una’.Malpolon monspessulanus’, sufriendo mordedura, con inoculación de la ponzoña, a la que siguió
hinchazón del brazo y una serie de procesos que pudieron ser tratados en un gran hospital y resueltos favorablemente.