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Preparacion de Lepidopteros

Estado de los ejemplares

La conservación de mariposas, su correcta disposición con las alas abiertas y la forma de ser ‘atravesadas’ por el alfiler entomológico, requieren unas normas básicas que han de seguir los estudiosos y aficionados incipientes para conseguir colecciones ‘homologables’, en las que la observación minuciosa de los especímenes pueda ser efectuada con las mayores garantías de
facilidad, comodidad y seguridad para los frágiles despojos ‘disecados’.

/+/+PREPARACION DE LEPIDOPTEROS

Siempre se ‘pincharán’ las mariposas ya muertas pero todavía ‘frescas’ en la parte superior del tórax con un alfiler entomológico de diámetro acorde con el tamaño del ejemplar. Estos alfileres
especiales, se clasifican según el grosor por una numeración que abarca normalmente desde el doble cero hasta los números cuatro o cinco. Como muchas veces, entre la captura y preparación de los lepidópteros transcurren incluso años, es necesario conservar el cadáver en triángulos especiales, que, apilados en recipientes de latón, pueden almacenarse en el congelador del frigorífico. Las mariposas ‘secas’, se sitúan en atmósferas húmedas, conseguidas en cristalizadores de vidrio en cuyo fondo se dispone una capa de arena fina de silice de 1 cm de espesor que se ‘empapa’ con una disolución de ácido fénico al 10-15 por 100. La mariposa, sobre un soporte de madera se deja dos o tres días en el recipiente tapado, en la seguridad de que transcurrido este tiempo, puede ser manipulada sin que se rompa. Algunos Hespéridos y Licénidos, se endurecen tanto, que suele ser obligatorio practicar unas microincisiones en el tórax, bajo las alas, pero esta es una operación de especialistas o aficionados muy avanzados no aconsejable a los noveles. El estado perfecto de alas y ‘elasticidad’ del cuerpo, se demuestra imprescindible antes de proceder al ‘disecado’.

Extensión

Sobre un extendedor para lepidópteros que consta de dos planchas de madera blanda, montadas sobre un cuerpo de corcho, dejando una ranura variable según el grosor del cuerpo del insecto, se atraviesa perpendicularmente el tórax con un alfiler entomológico, que ha de asomar superiormente no más de la tercera parte de su longitud. Las alas abiertas sobre las planchas de madera, se colocan ‘en posición’ de manera que el margen inferior del par anterior, quede perpendicular al tórax. Con unas pinzas especiales, se llevan hasta la posición deseada en donde se fijan con unas tiras de papel de seda. A veces, resulta más práctico aunque no ortodoxo, pinchar con alfileres muy finos, del 0 ó del 00, las nerviaciones alares inmovilizando así los apéndices en la postura deseada. Las antenas y abdomen se apuntalan también. A posteriori, conviene pasar una tira de papel bien tensa sobre las alas para que éstas queden perfectamente planas sin arrugas, al secarse.

Varios días son suficientes para que el cadáver quede seco y estirado, listo para ser incluido en la correspondiente caja de colección.

Material indispensable

Los extendedores pueden ser fabricados fácilmente por los propios aficionados y sólo se requieren, además, un surtido de alfileres entomológicos, tiras de papel de seda y el correspondiente
‘ablandador’, que puede fabricarse con una sopera vieja de cerámica o mejor con una ‘quesera de cristal’. Algodón, agua, alcohol y ácido fénico, además de una pequeña provisión de acetato de etilo, son todos los productos que tendremos que emplear para iniciarnos en esta apasionante actividad del coleccionismo biológico.