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Enfermedades Y Heridas de Los Roedores

Salud en cautiverio

Una de las preocupaciones fundamentales de los aficionados al mantenimiento y reproducción de mascotas y otros animalitos, debe ser la sanidad de sus huéspedes. Los roedores y lagomorfos (conejos), pueden sufrir múltiples procesos patológicos, así como lesiones, que en un momento dado son capaces de alterar seriamente el normal desarrollo de sus funciones vitales hasta modificar sustancialmente el comportamiento e incluso la probabilidad de vida de los ejemplares afectados.

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El manejo inadecuado, así como las instalaciones mal concebidas, causan a menudo fracturas de miembros de las extremidades, dedos e incluso huesecillos del par trasero. Los enrejillados, ruedas, columpios y otros implementos pueden engancharse o trabarse con el cuerpo de los animalitos originando otras de las causas de lesión. Desgarros musculares de mayor o menor importancia, así como rotura de huesos débiles, también son frecuentes en la forma inadecuada de asir a los roedores. Ratas, ratones y ardillas deben ser manejados muy distintamente que los hámsters, y éstos, a su vez, en forma diferente a los cobayos.

Si se produce la herida externa hay que limpiar cuidadosamente la zona afectada, rapando incluso los alrededores del área dañada. Los puntos de sutura únicamente se aplicarán en caso necesario y en todas las ocasiones se desinfectará el desgarro con una solución de mercurocromo o iodo en tintura. La rotura de huesos puede intentar solucionarse con un entablillado o venda fuerte, semiescayola, siempre que no sea excesivamente complicada ni astillada.

Principales síntomas de enfermedad

Ademas de los procesos traumáticos existen una serie de dolencias comunes a este tipo de mascotas producidas por gérmenes, parásitos, virus, hongos o micoplasmas. El simple hecho de someter a confinamiento, en recintos relativamente artificiales, diferentes especies
animales, puede inducir, en los ejemplares retenidos, una serie de procesos biológicos conducentes a debilitamientos cuya sintomatología, no siempre demasiado clara, se agrupa en lo que los expertos denominan ‘stress’ de cautividad.

Catarros, exudación nasal, diarreas y enflaquecimiento anuncian trastornos importantes, muchas veces contagiosos para otros ejemplares, y que pueden acabar con la vida de los animalitos. Las condiciones higiénicas, el mantenimiento de las constantes climáticas, así como una dieta sana y equilibrada son los pilares fundamentales en la cría de roedores, que pueden reducir los riesgos de una eventual enfermedad del tipo antes indicado.

Como norma general deben aislarse los animales sospechosos que parezcan enfermos, ‘tristes’ o retraídos sometiéndoles a una observación rigurosa. Las parasitosis internas debidas a organismos unicelulares, nematodos, cestodos y trematodos, suelen tener medios de dispersión sumamente específicos, bastante complejos o ligados a otros hospedadores intermediarios.

Como exoparásitos más comunes pueden citarse: piojos, pulgas, ácaros y garrapatas, que se refugian en zonas protegidas de la epidermis, en el interior de las orejas y otros lugares fuera del acceso de la propia higiene de la mascota. Lociones insecticidas y acaricidas, limpieza escrupulosa de jaulones, materiales y alimentos pueden garantizar, al menos, la más cuidadosa profilaxis o cuidados preventivos.