Ofidios Venenosos

Normas esenciales
Es evidente la intención disuasoria que cualquier persona consciente debe manifestar ante la idea que, aficionados particulares, pueden alentar respecto al mantenimiento de réptiles venenosos en
instalaciones sin control específico de las autoridades correspondientes.

/+/+OFIDIOS VENENOSOS

Unicamente los jardines zoológicos e instalaciones herpetológicas o de investigación biomédica pueden manejar y a costa de infinitas precauciones estos animales. La formación de un cuadro  completo de profesionales, así como la provisión, almacenamiento y conservación de los antídotos especificos, siempre en perfecto estado, no son tareas fáciles ni asumibles por personas privadas, aunque sean expertos biólogos, pues el peligro potencial de una 'fuga de los ejemplares mantenidos' anula cualquier interés científico que pudiera aducirse como justificante.


Serpientes venenosas
La mayoria de los ofidios existentes en la actualidad no poseen sistemas eficaces de producción e inoculación de veneno. No obstante, Elápidos, Vipéridos, Crotálidos e Hidrófidos cuentan con el mayor número de representantes venenosos distribuidos prácticamente por toda la superficie de la tierra. La sustancia tóxica suele ser generalmente 'inyectada' con la mordedura.

A ambos lados de la cabeza del réptil y en su interior se encuentran las glándulas productoras del líquido ponzoñoso. Parece ser que estas glándulas pueden ser una transformación de otras digestivas paulatinamente especializadas a través de lentos procesos de selección natural. Las glándulas desembocan en un canalículo dotado o no de sacos de reserva que se conecta con el interior de los'colmillos' huecos o acanalados por los que fluye el veneno como por el interior de una jeringuilla.

Los dientes 'proteroglifos' y 'solenoglifos', implantados en la parte anterior del maxilar, están provistos de auténticos conductos unidos interiormente a la masa muscular y glándulas productoras de
las sustancias tóxicas.

El veneno en sí, variable según las especies, contiene sustancias neurotóxicas que actúan directamente sobre el sistema nervioso de la víctima, homolisinas destructoras de las células y hemorraginas o coagulantes que favorecerían las hemorragias mternas o inducirian la coagulación de la sangre. Una cobra real debido a la cantidad y potencia dei veneno que puede inocular con sus mordeduras, es capaz de matar a un elefante en pocas horas.

El manejo y mantenimiento de todos estos ofidios requiere además de instalaciones sumamente sofisticadas y utillaje especial, un profundo conocimiento de la bionomia de las especies. La
peligrosidad relativa se reduce al concurrir todo tipo de garantías preventivas y las correspondientes provisiones de antivenenos cuando pudieran producirse los accidentes a pesar de las precauciones establecidas.

Casi todas las especies venenosas producen la mordedura como método de capturar los pequeños animales que les sirven de alimento, pero su agresión a otros seres vivos suele ser exclusivamente defensiva, salvo en el caso comprobado de la ya citada cobra real, Ophiophagus hannah que, por su temperamento belicoso y agresivo suele tomar la iniciativa en el ataque indiscriminado.

Otras dos especies de cobras, llamadas escupidoras, Naja nigricollis y Haemachatus haemachatus, pueden proyectar el veneno que escurre por sus dientes con sus poderosos bufidos e incluso parecen capaces de dirigirlo a los ojos de sus víctimas con una precisión asombrosa.